
Mi vuelo de Bogotá a Lima marcó mi primera experiencia fuera del país, y sin duda, mi destino soñado para este primer vuelo era Machu Picchu. Lima, con su cálido clima, fue solo una breve parada antes de tomar otro vuelo hacia Cusco. Llegué a medianoche al aeropuerto, y la luna, estaba más grande de lo que jamás he visto, eliminando el miedo de enfrentarme a un lugar en el que no tenía ni datos ni señal porque el aeropuerto no tenía WIFI y yo no tenía habilitado el roaming (se habilitó al otro día consejo siempre tengan una E-Sim si van a nuevo país) pero lo que sí tenía ese aeropuerto era unas personas increíblemente amables, después de un rato me recogió un conductor peruano dándome la bienvenida con muchas historias de la zona, llevándome a varios puntos turísticos para que me familiarizara con la ciudad antes de llegar al hotel.
El hotel, ubicado en un lugar colonial con un ambiente maravilloso, me recibió con té de coca para contrarrestar la altitud. Aunque he notado que estoy acostumbrada a cierta altura, en ningún momento de este hermoso viaje me afectó la altitud. Al día siguiente, como es habitual antes de subir montañas, me recogieron a las 3:00 a. m. Una camioneta me llevó a un punto donde tomé un autobús, y después de 3 horas y muchos paisajes hermosos, llegamos a tomar un tren que andaba elegantemente junto al río. En el tren, disfruté de la vista del río detrás de mí y un espectáculo de paisajes a mi lado, acompañado de más té de coca. Decidí no comer hasta llegar a un lugar más tranquilo para prevenir cualquier mareo. (Por aquello me mareo dando la vuelta a la manzana) Finalmente, llegamos al pueblo de Aguas Calientes, donde, supuse que haría calor (spoiler: no lo hizo), pero más adelante descubriría el encanto de sus aguas termales, entendiendo el origen del nombre, aunque ahora también es conocido como Machu Picchu Pueblo.
Aquí comienza otra travesía. Me llevaron al Camino del Inca en el que hice mi ritual de permiso mientras me rodeaba un río precioso y mucha, ¡mucha! vegetación. Comenzamos a caminar hacia la empinada montaña bajo una intensa lluvia. Fue emocionante saber que nos acercábamos cada vez más a Machu Picchu. A medida que nos adentrábamos en las montañas, las horas se hacían cortas y finalmente llegamos.
La energía potente y maravillosa de ese lugar era palpable en cada rincón, en cada espacio. La montaña estaba totalmente oculta en neblina pero como si hubieran escuchado mi petición de repente, todo se despejó, y la vi en su máximo esplendor, rodeada de nubes, preciosa e imponente. Este lugar tiene algo mágico, un no sé qué que te hace sentir como si algo importante hubiera ocurrido entre sus rocas y ahora tú formabas parte de aquella importante historia cruzando los caminos acompañado por llamas que adornan la visita.
Si planeas ir, ten en cuenta que no se puede comer allí, así que come algo en el pueblo.(Gracias a Dios comí unas nueces) Además, lleva un abrigo o chaqueta impermeable, ya que la lluvia viene y va constantemente. Pero a pesar de todo, lleves o no eso, seguro que lo disfrutarás y más aún al descubrir que cada rincón cuenta una historia maravillosa. Mi guía lo explicaba en inglés y español, y fue simplemente hermoso cruzar ese lugar. También, lleva unos tenis cómodos, ya que caminarás mucho. En verdad, es más grande de lo que imaginaba en las fotos, y afortunadamente, es aún más impresionante cuando tomas el tiempo de conocer los contextos de cada lugar.
Concluimos en un autobús de regreso al pueblo, donde disfruté de una causa (plato típico de Perú) que es realmente exquisito, para variar otro té y unas aguas termales reconfortantes, que me preparaban para el largo camino de vuelta, en tren, buses, y camionetas aunque estaba muy cansada, mojada de la lluvia entendí que solo yo decido si lo que estoy viviendo es bueno o malo, solo yo puedo otorgarle significado a mis vivencias y que no importa que suceda afuera yo siempre tengo elección, lo que te digo en este último texto fue porque también escuché quejas y personas que cancelaron por el clima pero yo decidí no hacerlo y vivirlo tal cual se tuviera que vivir permitiendo sentir al final del día una gran felicidad y agradecimiento con la vida de haberme permitido ver con mis ojos ese maravilloso lugar. ¡Machu Picchu Gracias! Con cariño, Ju




